Bernardo llegó de Sucre con una maleta llena de sueños, entre ellos, poder ingresar a la cocina de MasterChef. Como buen chuquisaqueño, se arriesgó con un mondongo. Describió al jurado que lo primero que hizo fue hidratar el ají rojo y dulce.
“Me estoy imaginando que trajiste ají de tu querido Sucre”, observó Coral, pero Bernardo le aseguró que “así fue”. Sin embargo, la chef le señaló que esperaba que no le esté mintiendo porque ella “conocía todos los ajíes de su tierra natal”.
Ante el comentario de la chef, el participante le dijo que cocinó con un ají de Padilla.
Cuando emplató la comida, Bernardo relató que a los 10 años perdió a su papá y fue su mamá quien se hizo cargo de sus estudios y fue ella quien le enseñó a cocinar preparando arroz. “Lo quemé como 15 veces por ir a cambiar la tele”. recordó.
Señaló que tiene un “pasatiempo” que es alimentar a los perritos cuando sale a trabajar hacia el municipio de Pampa Grande ya que compra pan y como ya sabe en qué sector de la carretera hay canes, les va dejando pan.
La evaluación comenzó y Bernardo vivió momentos de presión porque el chef Marko fue el primero en probar el mondongo. El jurado probó el mondongo y solo el dijo gracias.
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La chef Coral también lo miró fijamente, pero le dijo “quiero probar la salsa para ver si es con el ají que me dijiste”. Al final le advirtió que “algo que no perdonaba era la mentira”.
Por su parte el chef Marcos le comentó que vio el plato desde lejos y se veía bueno, pero que “a veces las apariencias engañaban”.
El participante esperó la respuesta de los jueces, pero Marko y Coral volvieron a degustar el mondongo porque tenían una duda. La intriga invadía a Bernardo que no entendía qué pasaba pero finalmente se tomó una decisión.
“Bernardo ese mondongo es uno de los mejores que he probado, voy a esperar aún mejor porque creo que este solo es un inicio para ti. Hoy para mí es un sí”, dijo el chef.
Marcos y Coral también coincidieron y aunque hicieron pasar momentos de nerviosismo, la chef dijo que para ella era un “sí”, por lo cual le entregó el delantal blanco y los chefs se fueron a terminar de comer el mondongo.