Erika, se definió como “una persona eufórica” cuando pasó ante Marcos, Coral y Marko a defender el consomé de mariscos que cocinó. Relató que está casada desde hace 23 años y que su esposo fue quien la acompañó. Expresó que él es “su apoyo más importante” y que aunque no pudo tener hijos, “tiene dos hijas”. “Se llaman Musa y Mulán , mis dos pugs”, es decir sus mascotas.
Con una gran sonrisa, agradeció poder estar frente al jurado y comentó que trabaja en un banco. “Traje un consomé de mariscos con arroz, un consomé medio picante, como un chupe con crema y todas esas cosas”, describió.
Mientras la participante emplataba, Marcos le preguntó “¿Si se tenía fe?” Aunque se generó un silencio, Erika respondió que “sí, se tenía fe, porque su mamá le enseñó a no rendirse”, además que fue ella quién le enseñó a cocinar.
También le comentó al chef Marko, que tanto ella como su esposo comparten el gusto por la cocina, pero que entre los dos, ella cocinaba mejor. “Se va a enojar pero no importa”, dijo.
A juzgar por el emplatado, el consomé se veía bien. Incluso el chef Marcos, cuando pasó a evaluar. expresó que “esperaba que este tan rico como se ve”. Cuando el chef evaluaba la comida, probó un ají “trampolín” que según Erika no “picaba mucho” y que podía probarlo.
Mientras Marcos degustaba el plato, invitó a Coral a evaluar. Pero los nervios traicionaron a Erika porque se intimidó ante la mirada de los jueces. “ Yo pensé que tenía algo en la cara que por eso se reía”, expresó la chef. Aunque al parecer se olvidaron de Marko, finalmente lo llamaron.
El jurado no decía nada, solo comía el plato mientras la participante solo los miraba. Pero Marcos no quiso “perder más el tiempo” y le dio el delantal blanco. “Estamos todos de acuerdo creo, no te robo más tiempo. Tenés la actitud, tenes el sabor, ahí hay un mandil blanco, levanta el blanco, y andá no más”, expresó el chef rindiéndose junto a sus colegas a la sazón de Erika. “Lo bueno que está” dijo Coral, mientras que Marko expresó que “por fin le tocaba un buen plato”.
La participante, hizo pasar un momento de tristeza a su esposo que la esperaba señalando que “no hubo delantal”. Pero después enseñó el mandil que le dieron los chefs estallando de felicidad.